lunes, 25 de marzo de 2013
Una persona religiosa no tendría que interferir
"La gente puede encontrar razones. Tú mantén la atención. Y mantén la atención con respecto a tu propia persona, no con respecto a otros. Lo que otros hacen no es asunto tuyo. Ésta tendría que ser una de las actitudes básicas: no pensar en lo que el otro está haciendo. Esa es su vida. Si él decide vivir así, eso es asunto suyo. ¿Quién eres tú para tener siquiera una opinión al respecto? Incluso tener una opinión significa que estás listo para interferir, que ya has interferido.
Una persona religiosa es aquella que trata de vivir su vida de la mejor forma, de la forma más completa que le es posible, de la forma más atenta que le es posible; lo intenta. Además, no interfiere en la vida de otros, ni siquiera con una opinión.
¿Lo has visto, lo has observado? Si pasas delante de alguien y tienes cierta opinión sobre él, tu cara cambia, tus ojos cambian, tu actitud, tu forma de caminar. Si eres criticón, todo tu ser empieza a irradiar crítica, disgusto.
No, tú estás interfiriendo. Ser verdaderamente religioso implica no interferir. Otorga libertad a las personas; la libertad es su derecho de nacimiento.
Sucedió una vez que me alojé en casa de uno de mis profesores, de mis maestros. Aunque yo era un estudiante y él mi profesor, había de su parte mucho respeto por mí. Él era un hombre religioso, especial, pero era un bebedor, y cuando estuve en su casa, le dio mucho miedo beber en mi presencia. ¿Qué iba a pensar yo? Yo le observaba, sentía un desasosiego, así que al día siguiente le dije:
-Hay algo en su mente. Si no se relaja me marcharé inmediatamente me iré a un hotel; no me alojaré aquí. Hay algo en su mente. Siento que usted no está relajado; mi presencia está creando algún problema.
-Ya que has planteado el problema –me dijo él-, me gustaría contártelo. Nunca te he dicho que bebo muchísimo, pero siempre bebo en casa y me voy a dormir. Ahora que te alojas aquí no quiero beber en tu presencia, y por eso ha surgido el problema. No puedo pasar sin beber, pero no me puedo imaginar bebiendo delante de ti.
Me eché a reír.
-Qué tontería –le contesté-. ¿Qué tengo yo que ver con ello? ¿No me obligaría a beber?
-No, jamás.
-Entonces, asunto concluido; el problema está resuelto. Usted bebe y yo le haré compañía. Yo no beberé pero puedo tomar otra cosa, Coca Cola o Fanta. Le haré compañía, usted beba. Le puedo llenar el vaso, puedo ayudarle.
Él no podía creer, pensó que yo estaba bromeando, pero cuando por la noche llené su vaso, él empezó a llorar.
-Nunca llegué a pensar que tú no tendrías un juicio sobre esto. Además, yo te he estado observando –dijo-, y tú no tienes ninguna opinión sobre mi forma de beber, sobre mi conducta, sobre lo que estoy haciendo.
-Tener un juicio sobre usted es simplemente una tontería –contesté-. No es algo muy significativo que no tenga un juicio sobre usted. En primer lugar, ¿por qué tendría que tenerlo? ¿Quién soy yo para tenerlo? Su vida le pertenece. Si quiere beber, beba.
Tener un juicio sobre ti significa que, profundamente, de alguna manera, quiero manipularte. Tener un juicio sobre ti significa que, de una manera u otra, tengo un deseo profundo de tener poder sobre la gente. Eso es lo que define a un político. Una persona religiosa no tendría que interferir".
Osho, El sendero del Tao
Aceptación Total
Durante tan sólo veinticuatro horas, prueba lo siguiente: aceptación total; suceda lo que suceda. Si alguien te insulta, acéptalo, no reacciones y observa lo que ocurre. De repente notarás que fluye en tu interior una energía que nunca antes habías notado.
Cuando te sientes débil y alguien te insulta, te molestas y empiezas a pensar de qué manera tomarás venganza; esa persona te ha atrapado y, en adelante, no harás otra cosa que darle vueltas y más vueltas. Durante días, noches e incluso años, no podrás dormir y tendrás pesadillas. Hay gente capaz de desperdiciar toda su vida por una nimiedad insignificante, como que alguien le haya insultado.
Basta con volver la vista hacia tu pasado para recordar unas cuantas cosas. Cuando eras un chiquillo, el maestro te llamó idiota en clase y todavía lo recuerdas con rencor. Tu padre dijo algo, pero tus padres lo han olvidado y no logran recordarlo ni aunque tú se lo recuerdes. Tu madre te lanzó determinada mirada y desde entonces te ha acompañado la herida, que sigue abierta, en carne viva, y explotarás con sólo que alguien la roce.
No dejes que la herida se extienda, no permitas que te esclavice. Busca las raíces; acércate al Todo.
Durante veinticuatro horas –sólo veinticuatro horas– trata de no reaccionar, de no rechazar nada; pase lo que pase. Si alguien te empuja y te derriba, ¡cáete! Luego levántate y vete a casa. No hagas nada al respecto. Si alguien te agrede, inclina la cabeza y acéptalo con gratitud. Vete a casa, no hagas nada; aunque sólo sea durante veinticuatro horas, y experimentarás un arrebato de energía que nunca antes habías conocido: una nueva vitalidad que surge de las raíces, y una vez que la hayas conocido, una vez que la hayas experimentado, tu vida cambiará. Luego te reirás de todas las tonterías que venías haciendo: de todos los rencores, reacciones y venganzas con las que te habías estado destruyendo. Nadie puede destruirte salvo tú; nadie puede salvarte excepto tú...."
Osho
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